Nota de Francisco Gracia, presidente del REC (Registro de Expertos Contables) y Antonio Fornieles, vicepresidente del REC. El Economista.es

El Registro de Expertos Contables (REC), creado en 2015 por el Instituto de Censores Jurados de Cuentas de España y el Consejo General de Economistas, trabaja con el objetivo fundamental de divulgar la relevancia de la profesión del experto contablefinanciero en las empresas y la sociedad. Estos profesionales gozan ya de larga trayectoria, aceptación y reconocimiento en todo el mundo.

En el REC somos conscientes de que alcanzar el reconocimiento profesional sólo es posible promoviendo tareas útiles para las empresas. A partir de ese principio, nuestro trabajo está centrado en dotar a nuestros profesionales de las herramientas necesarias para ayudar a las empresas a superar sus retos y riesgos de negocio.

Las empresas de hoy en día, incluidas las PYMES, han evolucionado radicalmente en la última década, incentivadas por los retos de la crisis financiera, la globalización y la digitalización. En estos ámbitos es donde nos proponemos canalizar preferentemente la actuación del REC, favoreciendo una oferta de servicios que hasta hace poco eran extraños a las PYMES y que en el contexto actual tienen una demanda creciente.

Las transacciones corporativas, la valoración de negocios, emisiones de capital y deuda, el diseño de modelos de crecimiento internacional, la racionalización operativa y, por supuesto, la información financiera internacional, son algunas de las necesidades que las PYMES deben abordar para competir internacionalmente y, por tanto, constituyen áreas de trabajo del REC.

Al igual que las empresas, los profesionales debemos transformarnos para superar el reto de la digitalización. En nuestro caso, desde una doble perspectiva, la de gestionar nuestro propio negocio como profesionales y la de contribuir al de las empresas. La misma innovación que se exige a las empresas resulta imperativa para los profesionales. Esta obligación de cambio la puso de manifiesto un estudio realizado en 2013 por los profesores C. Frey y M. Osborne de la Universidad de Oxford (The Future of Employment: How susceptible are Jobs to computerisation?) en el que predecían que un 47 por ciento de los trabajos actuales sufrirán pérdidas a lo largo de las dos próximas décadas.

A la cabeza de este estudio, en la segunda posición en probabilidad estimada de que se produzcan esas pérdidas, aparecen las profesiones de contable y auditor. Sin entrar en la valoración o contradicción de este estudio, hay, a nuestro juicio, una realidad incontestable, y es que en un futuro no tan lejano algunas de las funciones que realizamos, afortunadamente las de valor añadido más reducido, serán pasto de la automatización.

Este proceso, como ahora se denomina de disrupción tecnológica, obliga a los profesionales de la contabilidad a actualizarse o, de modo más vehemente, a reinventarse hacia funciones más útiles para las empresas y, por tanto, más complejas y en las que la creatividad y la innovación, es decir, el talento tiene un papel más preponderante.

La inevitable transformación de los profesionales contables y financieros sólo resultará posible con la formación. Una formación diferente a la que venimos conociendo, que aporte nuevos conocimientos y destrezas, necesarias para navegar en el mundo digital, y sin interrupción a lo largo de la carrera profesional. En un informe especial de enero de este año (Lifelong learning is becoming an economic imperative), The Economist reflexiona sobre cómo la combinación de la formación y la innovación es fuente de prosperidad, mientras que el fracaso de la formación en mantener el ritmo de evolución de la tecnología es fuente de desigualdad y, en último término, de fractura social.

El cambio tecnológico exige una conexión más intensa y continua entre la formación y el empleo. Los cambios tecnológicos a los que estamos asistiendo son tan radicales que no resultará suficiente con las rutas tradicionales de la formación, acumular conocimientos en la universidad y desarrollar actualizaciones periódicas. Hoy en día, cuando mantener el mismo puesto de trabajo toda una vida laboral es simplemente una quimera, resulta obligatorio seguir adquiriendo nuevos conocimientos y habilidades a lo largo de toda la carrera profesional, para poder reforzarla o incluso redirigirla.

Nuestro mensaje a los ya más de 3.000 miembros del REC es de reafirmación, es cierto que tenemos que hacer frente a una nueva competencia, de diferente naturaleza, basada en la tecnología de almacenaje, análisis y gestión de datos, pero tenemos una oportunidad. En la era de la tecnología es inevitable la necesidad de reinventarnos, pero hay habilidades en el análisis y gestión de datos, tan naturales a nuestra profesión y tan relevantes en este momento, que posicionan a los expertos contables como pieza esencial del progreso de las empresas.

Además, la digitalización no podrá sustituir capacidades personales y sociales, tan críticas en las relaciones de negocios: la capacidad de crear, de resolver problemas y de empatizar con los responsables de las empresas con las que colaboramos a lo largo de nuestra carrera profesional. Ese conjunto de destrezas con las que ya contamos, los conocimientos profesionales actualizados y, por último, pero con igual o más importancia, los valores éticos que guían nuestra actuación profesional, construyen una combinación que asegura un porvenir próspero para la profesión contable-financiera.

Fuente: http://www.eleconomista.es/firmas/noticias/8241860/03/17/El-impacto-de-la-trasformacion-tecnologica-en-las-finanzas-y-la-contabilidad.html